Te escribo a ti, luchadora,
que te levantas cada mañana con la
fuerza de un huracán
para encarar a tus miedos,
los mismos que tantas veces han
intentado consumirte,
engañarte con su hipocresía
disfrazada de confianza.
A ti,
que llevas tatuadas en la piel las
cicatrices
de una sociedad intolerante,
que has tenido que ir protegida
con el escudo de la valentía desde el
día en el que naciste,
que has luchado - con dignidad - por
que se te reconozcan
los mismos derechos que otros tienen
solo con nacer.
A ti,
que has vencido al patriarcado con la
espada
de la igualdad,
que te has hecho amiga de las piedras
de tanto tropezar,
pero,
- contra todo pronóstico -
has conseguido triunfar.
A ti,
que te han acusado de bruja por mandar
a la mierda los estereotipos,
de puta por disfrutar de tu vida con
libertad,
de estrecha por el simple hecho de
decir “NO”,
de inferior por ser mujer.
A ti te digo que te sientas orgullosa
de ser tu misma,
que sigas adelante,
que eres preciosa, fuerte, valiente y
capaz de conseguir
todo aquello que te propongas.
El camino no será fácil,
- por desgracia -
pero solo una luchadora habría llegado
hasta donde tu lo has hecho.