sábado, 24 de junio de 2017

Libertad, divino tesoro

La soledad me invade,
me consume,
me aturde,
mientras deambulo
por una ciudad que borró
-con la lluvia-
mi nombre de sus calles.

Mis piernas caminan sin dirección fija,
en una lucha constante con mi cabeza
por el control de mi cuerpo.

Corro, corro hasta dejar atrás mis fantasmas,
vestidos con máscaras de hipocresía,
hambrientos de todas aquellas almas
que se atreven a destacar en un mundo monótono.

Entre todos ellos,
el más grande se llama Egocentrismo,
pero no está solo,
con él vienen Materialismo,
Machismo,
Egoísmo,
Racismo,
y otros -ismos igual o más aterradores.

Llego hasta una densa marea,
formada por cientos de personas sin rumbo,
esperando órdenes de más arriba
para poder seguir con sus vidas,
e intento
-desesperadamente-
aferrarme a aquello que
nunca podrán quitarnos,
nuestra libertad.

martes, 13 de junio de 2017

Frío, hambre y sed,
Día tras día.
Frío, hambre y sed,
Minuto tras minuto.
Frío, hambre y sed,
Segundo tras segundo.

Frio, hambre y sed era lo único que era capaz de sentir mientras las lúgubres calles de una ciudad sin nombre se iban transformando ante sus ojos, pareciéndose aquello cada vez más a una cárcel.
Físicamente estaba vivo, lo sabía, pues, con solo pestañear, un intenso dolor agudo le recorría el cuerpo de arriba a abajo. De poco servían los cartones con los que intentaba abrigarse por la noche, los ruegos desesperados que lanzaba al cielo, pidiéndole no despertar nunca más; los restos malolientes del vertedero, que en su día fueron comida pero que hasta los perros encuentran desagradable ahora.


No obstante, él había muerto años atrás. Su dignidad, su civismo y su cordura le abandonaron en el mismo momento en el que la calle se convirtió en su casa y las moribundas ratas en su única compañía. Ahora era simplemente un reflejo borroso del hombre que solía ser, un cuerpo inerte al que la vida había quitado todo, incluso su derecho a SER.