sábado, 24 de junio de 2017

Libertad, divino tesoro

La soledad me invade,
me consume,
me aturde,
mientras deambulo
por una ciudad que borró
-con la lluvia-
mi nombre de sus calles.

Mis piernas caminan sin dirección fija,
en una lucha constante con mi cabeza
por el control de mi cuerpo.

Corro, corro hasta dejar atrás mis fantasmas,
vestidos con máscaras de hipocresía,
hambrientos de todas aquellas almas
que se atreven a destacar en un mundo monótono.

Entre todos ellos,
el más grande se llama Egocentrismo,
pero no está solo,
con él vienen Materialismo,
Machismo,
Egoísmo,
Racismo,
y otros -ismos igual o más aterradores.

Llego hasta una densa marea,
formada por cientos de personas sin rumbo,
esperando órdenes de más arriba
para poder seguir con sus vidas,
e intento
-desesperadamente-
aferrarme a aquello que
nunca podrán quitarnos,
nuestra libertad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario